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Autopistas de peatones para las grandes urbes

Publicado por Fundación I+E | 26 de julio de 2017

Una milla son unos 1.600 metros. A mí me cuesta recorrerlos unos 15 minutos más o menos. Poco tiempo. Si no tienes prisa. Además, según los estudios que maneja Thyssenkrupp, una distancia de medio kilómetro (unos cinco o seis minutos andando) hasta la estación de Metro suele ser disuasoria para utilizar este medio de transporte.

Añadamos otro dato: para 2050, el 70% de la población mundial vivirá en ciudades. Así que, ¿por qué no utilizar pasillos rodantes de alta velocidad para aumentar la capilaridad de los medios de transporte urbanos?

La visión del gigante alemán de los elevadores (verticales y horizontales) es facilitar la movilidad en las ciudades mediante cintas transportadoras. Pero no las convencionales.

El proyecto no es una idea de un iluminado, sino una realidad que ya está rodando en el Aeropuerto de Toronto, en donde los usuarios ya le han puesto nombre a caminar sobre él, y en el centro de investigación que la compañía tiene en Gijón, en el complejo de la Universidad Laboral. De este centro, que ha cumplido este año la década y está dirigido por Javier Sesma, han salido ideas y prototipos del iWalk, Accel, Multi… Todos ellos destinados a mover más eficientemente a personas en vertical y horizontal en ciudades y su entorno.

Por cierto, al acto de montar en el pasillo rodante de alta velocidad lo llaman en Toronto hacer surfing, y tiene todo el sentido. Ya que estamos con nombres, el propio tapiz se llama Accel. Su novedad fundamental es que su velocidad no es constante. En los tramos de inicio y final lleva la velocidad habitual de los tapices deslizantes: 0,65 metros por segundo, pero en la parte central alcanza los dos metros por segundo. Si el viajero además camina, la velocidad puede llegar a los 12 kilómetros por hora.

Para llegar al actual Accel, desde el grupo de innovación de Thyssenkrupp han recurrido a técnicas novedosas, como la utilización de motores lineales, un sistema de paletas extensibles que son las que propician el aumento de velocidad, el volteo en horizontal y algo tan aparentemente sencillo como que el pasamanos vaya a la misma velocidad que la paleta (el peldaño sobre el que nos desplazamos).

En Accel, cada paleta está equipada por un imán que es impulsado por motores lineales (no los circulares) fijos. La propia paleta está compuesta por dos superpuestas, la que viaja por debajo del doble de tamaño que la superior. De esta forma, cuando se despliegan totalmente, triplican su longitud.

Con una paleta de ese tamaño necesitaría un foso muy grande para realizar el volteo habitual en vertical, así que lo han hecho en horizontal. Esto permite crear con el mismo sistema, dos pasillos rodantes paralelos cada uno en un sentido opuesto.

El pasamanos ahora es discontinuo y está formado por piezas que se separan en la misma medida que las paletas de tal forma que no hace falta mover la mano. Siempre iremos agarrados a la misma pieza desde el comienzo al final del trayecto.

La distancia operativa de Accel es entre 100 y 500 metros, el medio kilómetro que se necesita salvar para que los usuarios no desistan de acercarse a la boca de Metro. Y es una solución plausible para interconectar terminales en aeropuertos (en muchas ocasiones entre distintas terminales puede haber tres kilómetros de distancia, más de media hora con maletas, que se reduciría a la mitad), cambios de líneas de Metro en las estaciones…

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